lunes, 2 de agosto de 2010

REFLEXIONES para cuando vuelves de vacaciones, siempre falta alguien....

Algunos afortunados viven y mueren como ellos desean. Así debieran morirse los hombres, las mujeres, los niños, los abuelos, las madres, los padres, en resumen, todos nosotros, desde nuestra casa, junto a nuestras familias, en nuestra cama, nuestros libros, en definitiva, nuestras cosas, pero la pregunta es ¿cómo?, Sin dolor, sin agresión, en paz, por supuesto. Me gustaría elegir morir en mi casa, en la calidez de la compañía de mi esposa e hijos, en un ambiente conocido y cómodo.No quiero tiempo de agonía por un poco más de tiempo. No se nace solo, sin nadie, no debe morirse solo, sin nadie, este en unos de mis principios básicos.
Quiero tener opciones a morir junto a quien quiera, sin dolor, sin agonía, sin sufrimiento, ensanchando la felicidad de la última etapa de mi vida.
Ahora me toca estar del otro lado, del lado del que cuida, del que merma el dolor, del que intenta ayudar en el sufrimiento. ¿Difícil tarea?, no si es desde el amor. Desde la amistad al paciente amigo: Abrazar, sentir, cuidar, consolar…Desde la ciencia: paliar síntomas… Desde el recuerdo: consolar a la familia que queda.

El tiempo es largo y veloz, como una montaña rusa, pero con el tiempo, el tiempo se acorta, envejecemos, sin duda, nos acercamos mas a la tierra que nos llama, aquí, la calidad prima ante todo, calidad de cuidar. Esta es la meta, no la olvidemos, aunque algunos todavía consideren ridículo este modo de vivir, incluso considerando que se está fuera de hacer ciencia.

David M Muñoz Carmona

3 comentarios:

Cata dijo...

Todos, en algún momento de nuestras vidas, reflexionamos sobre cómo será nuestro final. ¿Tendremos la fortuna de morir cómo deseamos? Tal y como nos cuentas, a mi también me gustaría elegir la forma. Sin duda, escogería una muerte sin dolor, sin sufrimiento, vamos, sin enterarme de nada. ¿Por qué? La respuesta es, básicamente, el temor al tormento. Por eso, tengo que agradecerte que personas como tú nos ayudéis, en el caso que tengamos la desdicha de no tener un trance como deseamos, a tener el camino más fácil, con menos miedo y sobre todo, con más paz.

Rosa dijo...

Si pudiera elegeir moriría en mi casa, en companía de un marido y unas hijas que, después de haber compartido conmigo todas las etapas de mi proceso, que también habrá sido su proceso, pudieran despedirse de mi con serenidad, con el convencimiento pleno de que deben dejarme marchar. Me gustaría despedirme de ellos con una sonrisa, agradecerles su compañía, sus cuidados, su sinceridad, su amor...
Pienso en todo ello cuando acompaño al paciente y a su familia en los últimos días pero... hay tanta incomunicación, tantos silencios, tantos miedos! . Es fácil para mi manejar fármacos que alivian el sufrimiento físico; es más difícil pero tremendamente enriquecedor, intentar el acercamiento entre el paciente y su familia, fomentar el contacto en los cuidados, la complicidad y el amor en sus miradas, ayudar a que puedan despedirse... aunque sucede en contadas ocasiones seguirá siendo unio de mis objetivos personales y profesionales.
Gracias David, por hacernos reflexionar. Un abrazo y sigue así.

Maria dijo...

Quizas todos tenemos claro como nos gustaria que fuera el tránsito de la vida a la muerte,rodeados de quien queremos y sintiendonos queridos,sin dolor,sin apenas darnos cuenta...y cada vez los familiares nos cuentan más veces que esto va sucediendo, que no es un sueño o una utopía de los que luchamos por un buen morir, dignamente y desde el cuidado de profesionales implicados en este proceso para ayudar al paciente y sus familiares.
Pero lo que más claro tengo, es que no quiero morir como todavia nos cuentan algunos allegados cuando nos comunican que su familiar(al que atendimos ambulatoriamente) falleció:con dolor, luchando de manera traumática y sin control de sus sintomas.Afortunadamente, cada vez son menos, pero no deberia de suceder.
Unos familiares,tuvieron la desgracia de perder a 2 familiares en unos meses, uno murió bien atendido y otra no.Dicen siempre ¡que diferencia! ¿porque? ¡y en un hospital!
De los dos tienen el dolor de la perdida,pero el recuerdo de la muerte es bien distinto.