Duelo, duelo patológico y atención primaria
El duelo es un conjunto de procesos psicológicos que siguen a la pérdida de una persona con la que se mantenía un vínculo afectivo. Se trata de un sentimiento completamente natural y consustancial con la naturaleza humana, que expresa su pesar ante la pérdida. Es un proceso único e irrepetible por lo que cada duelo tiene características que lo hacen totalmente individual, personal.
Hay pocos datos epidemiológicos sobre los trastornos del duelo, pero se estima que aproximadamente un 5% de la población sufre, anualmente, la pérdida de un ser querido con el consiguiente periodo de adaptación a la nueva situación. El duelo es un proceso normal de adaptación y, por tanto, no es una entidad patológica —de hecho, ninguna de las clasificaciones contempla el diagnostico del duelo.
Pero cuando fracasa el proceso mental de adaptación sobreviene el duelo patológico. Es imprevisible en cuanto a duración, consecuencias y secuelas. Puede ir desde la intensificación de la respuesta adaptativa hasta la aparición de cuadros psiquiátricos complejos. De hecho, hay especialistas que consideran que casi todos los trastornos mentales pueden encontrarse como manifestación del duelo patológico en personas que no han presentado ninguna enfermedad de la mente previa.
Alrededor de un 16% de las personas que experimentan la pérdida de un ser querido presentan un cuadro depresivo durante el año siguiente al fallecimiento del familiar o amigo. Una cifra que se incrementa hasta casi el 85% en la población mayor de 60 años. De hecho, en esas edades la tasa de probabilidad de fallecimiento de la persona de la pareja que queda se incrementa en un 50%.
Los especialistas consideran que hasta 5 de cada 100 personas que pierden a un ser querido presentan síntomas graves de duelo patológico.
A pesar de que el duelo es un tema relativamente novedoso en las consultas, los datos apuntan a que cada médico del primer nivel asistencial, cuyo soporte es eje fundamental para un correcto diagnóstico y seguimiento de estas situaciones, atiende anualmente 70-100 procesos de duelo. Así se ha puesto de manifiesto en el II Programa de Formación Continuada sobre Trastornos del Ánimo en AP, que se está llevando a cabo en toda España por iniciativa de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), con el apoyo de Lundbeck.
Los expertos destacan entre las características del duelo:
– La situación desencadenante: habitualmente, la muerte de una persona del entorno produce, de manera súbita, un enorme nivel de estrés.
– El tiempo de latencia: aquel entre el momento de conocimiento de la muerte y el inicio de los síntomas del duelo. La duración es variable y arbitraria.
– La variabilidad de los síntomas: las manifestaciones del duelo incluyen síntomas afectivos/emocionales (irritabilidad, ansiedad, depresión), así como alteraciones en el comportamiento (conducta antisocial o somatizaciones).
– Y, como elemento esencial, la duración: al hablar de un proceso de adaptación, las clasificaciones psiquiátricas exigen un tiempo máximo de 6 meses. Si transcurrido este periodo los síntomas persisten, debe considerarse que la persona no se ha adaptado a la situación y pueden presentarse patologías, como depresión o ansiedad. Por tanto, la adaptación del duelo se considera normal entre 6 y 12 meses, a pesar de que algunos síntomas pueden perdurar mucho más tiempo.
El abordaje del duelo requiere un tratamiento multifactorial que implica seguimiento y apoyo psicológico. Como ya se ha apuntado, el médico de atención primaria desempeña un papel clave en la asistencia de los procesos de duelo normales, y en el diagnóstico y seguimiento de los patológicos.
Hay pocos datos epidemiológicos sobre los trastornos del duelo, pero se estima que aproximadamente un 5% de la población sufre, anualmente, la pérdida de un ser querido con el consiguiente periodo de adaptación a la nueva situación. El duelo es un proceso normal de adaptación y, por tanto, no es una entidad patológica —de hecho, ninguna de las clasificaciones contempla el diagnostico del duelo.
Pero cuando fracasa el proceso mental de adaptación sobreviene el duelo patológico. Es imprevisible en cuanto a duración, consecuencias y secuelas. Puede ir desde la intensificación de la respuesta adaptativa hasta la aparición de cuadros psiquiátricos complejos. De hecho, hay especialistas que consideran que casi todos los trastornos mentales pueden encontrarse como manifestación del duelo patológico en personas que no han presentado ninguna enfermedad de la mente previa.
Alrededor de un 16% de las personas que experimentan la pérdida de un ser querido presentan un cuadro depresivo durante el año siguiente al fallecimiento del familiar o amigo. Una cifra que se incrementa hasta casi el 85% en la población mayor de 60 años. De hecho, en esas edades la tasa de probabilidad de fallecimiento de la persona de la pareja que queda se incrementa en un 50%.
Los especialistas consideran que hasta 5 de cada 100 personas que pierden a un ser querido presentan síntomas graves de duelo patológico.
A pesar de que el duelo es un tema relativamente novedoso en las consultas, los datos apuntan a que cada médico del primer nivel asistencial, cuyo soporte es eje fundamental para un correcto diagnóstico y seguimiento de estas situaciones, atiende anualmente 70-100 procesos de duelo. Así se ha puesto de manifiesto en el II Programa de Formación Continuada sobre Trastornos del Ánimo en AP, que se está llevando a cabo en toda España por iniciativa de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), con el apoyo de Lundbeck.
Los expertos destacan entre las características del duelo:
– La situación desencadenante: habitualmente, la muerte de una persona del entorno produce, de manera súbita, un enorme nivel de estrés.
– El tiempo de latencia: aquel entre el momento de conocimiento de la muerte y el inicio de los síntomas del duelo. La duración es variable y arbitraria.
– La variabilidad de los síntomas: las manifestaciones del duelo incluyen síntomas afectivos/emocionales (irritabilidad, ansiedad, depresión), así como alteraciones en el comportamiento (conducta antisocial o somatizaciones).
– Y, como elemento esencial, la duración: al hablar de un proceso de adaptación, las clasificaciones psiquiátricas exigen un tiempo máximo de 6 meses. Si transcurrido este periodo los síntomas persisten, debe considerarse que la persona no se ha adaptado a la situación y pueden presentarse patologías, como depresión o ansiedad. Por tanto, la adaptación del duelo se considera normal entre 6 y 12 meses, a pesar de que algunos síntomas pueden perdurar mucho más tiempo.
El abordaje del duelo requiere un tratamiento multifactorial que implica seguimiento y apoyo psicológico. Como ya se ha apuntado, el médico de atención primaria desempeña un papel clave en la asistencia de los procesos de duelo normales, y en el diagnóstico y seguimiento de los patológicos.
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