Dr.D-M. Muñoz Carmona1, Dr.C. Faga Cantamessa2.
1Servicio de Oncología Radioterápica. 2Servicio de Neurocirugía.
Hospital Juan Ramón Jiménez. Huelva
INTRODUCCIÓN:
El Glioblastoma Multiforme (GBM) y el Astrocitoma Anaplásico (AA) son los tumores cerebrales primarios más frecuentes del adulto, de muy mal prónostico. Incluso con tratamiento combinado agresivo la mediana de supervivencia es sólo de 12-15 meses.
En nuestro hospital realizamos desde el año 2003 el tratamiento de las recidivas GBM o AA con cirugía de rescate más implantación de polímeros impregnados en Carmustina (Wafers de BCNU)[i],[ii].
Nuestro objetivo fundamental en el tratamiento de la recidiva deber ser siempre con intención paliativa, mediante la cual pretendamos mejorar la calidad de vida, aliviar los síntomas e intentar aumentar la supervivencia, es decir, mejorar la calidad de vida de los pacientes recidivados suponiendo que van a vivir más tiempo como consecuencia del aumento del control tumoral, y el enlentecimiento del deterioro sintomático neurológico relacionado con la recidiva del tumor. Igualmente hemos valorado la aparición de toxicidades y tolerancia asociadas al uso de los implantes de Carmustina recogiendo el grado de toxicidad vs deterioro neurológico asociado o no a la misma y de esta manera objetivar el grado de calidad de vida asociada a la reintervención de estos pacientes.
MATERIAL Y MÉTODO:
Entre Enero de 2004 hasta Marzo de 2006 se realizaron un total de 5 reintervenciones de pacientes con glioma maligno recidivado de alto grado, con la colocación durante al acto operatorio de implantes (polímeros biodegradables) de carmustina. Para evitar el encarnizamiento terapéutico, dado el carácter paliativo de la intervención, hemos considerado unos estrictos criterios de inclusión y exclusión de los candidatos al tratamiento.
RESULTADOS:
La media de edad fue de 47 años, con un rango de 36 a 60 años. Tres hombres y dos mujeres. La situación de su estado general medido por la escala de Zubrod-ECOG tras el diagnóstico de la recidiva fue de ECOG=0 en tres casos, ECOG=1 en un caso y ECOG=2 en un solo caso.
Se consiguió escisión total macroscópica en 4 casos y parcial en 1 solo caso. Tras la reintervención, tres pacientes permanecieron clínicamente asintomáticos y dos presentaban afasia cortical-motriz y hemiparesia derecha (que ya presentaban al inicio del diagnóstico), sin deterioro cognitivo.
Los signos vitales, exploración de los pares craneales, nivel de conciencia y personalidad fueron normales en el 100% de los casos. La exploración de la función motora, las funciones sensitivas y cerebelares tras la reintervención no vieron mermadas en relación a su estado previo a la intervención.
Con respecto a los posibles efectos adversos tras la reintervención, podemos decir que en 3 de los 5 casos no apareció ninguno, y en un solo caso aparecieron náuseas y vómitos de difícil control, y en otro caso apareció fístula de líquido cefalorraquídeo. En 1 sólo caso se produjo edema cerebral, que se controló con medicación.
No aparecieron alteraciones en la intensidad de las crisis comiciales, signos de hipertensión intracraneal ni signos de infecciones. En 1 solo caso, se produjo una fístula de líquido cefalorraquídeo con alteraciones de la cicatrización de la herida quirúrgica, que precisó tratamiento antibiótico local, curas locales e intervención de cirugía plástica.
Con un seguimiento de 31 meses, desde la primera reintervención, se han producido un total de 3 éxitus, continuando en seguimiento ambulatorio 2 pacientes. En la actualidad, dos pacientes siguen vivos, con un ECOG= 0-1, vida ambulatoria, sin complicaciones derivadas de la reintervención, lo que denota una buena calidad de vida, desde el diagnóstico de la recidiva.
CONCLUSIONES:
1. En nuestra experiencia el empleo de carmustina implantes parece poder realizarse de forma factible, en pacientes que cumplan unos exquisitos requisitos de inclusión, considerando siempre los riegos-beneficios inherentes al acto quirúrgico.
2. No hemos observado ni efectos adversos ni tóxicos sistémicos que interfieran la calidad de vida de nuestros pacientes, es decir, el perfil de seguridad de la carmustina parece aceptable.
3. El grado de calidad de vida que aportamos a los pacientes tras la reintervención más la implantación de carmustina no se ha visto mermado, y ha mejorado en los casos que hemos realizado la intervención.
1Servicio de Oncología Radioterápica. 2Servicio de Neurocirugía.
Hospital Juan Ramón Jiménez. Huelva
INTRODUCCIÓN:
El Glioblastoma Multiforme (GBM) y el Astrocitoma Anaplásico (AA) son los tumores cerebrales primarios más frecuentes del adulto, de muy mal prónostico. Incluso con tratamiento combinado agresivo la mediana de supervivencia es sólo de 12-15 meses.
En nuestro hospital realizamos desde el año 2003 el tratamiento de las recidivas GBM o AA con cirugía de rescate más implantación de polímeros impregnados en Carmustina (Wafers de BCNU)[i],[ii].
Nuestro objetivo fundamental en el tratamiento de la recidiva deber ser siempre con intención paliativa, mediante la cual pretendamos mejorar la calidad de vida, aliviar los síntomas e intentar aumentar la supervivencia, es decir, mejorar la calidad de vida de los pacientes recidivados suponiendo que van a vivir más tiempo como consecuencia del aumento del control tumoral, y el enlentecimiento del deterioro sintomático neurológico relacionado con la recidiva del tumor. Igualmente hemos valorado la aparición de toxicidades y tolerancia asociadas al uso de los implantes de Carmustina recogiendo el grado de toxicidad vs deterioro neurológico asociado o no a la misma y de esta manera objetivar el grado de calidad de vida asociada a la reintervención de estos pacientes.
MATERIAL Y MÉTODO:
Entre Enero de 2004 hasta Marzo de 2006 se realizaron un total de 5 reintervenciones de pacientes con glioma maligno recidivado de alto grado, con la colocación durante al acto operatorio de implantes (polímeros biodegradables) de carmustina. Para evitar el encarnizamiento terapéutico, dado el carácter paliativo de la intervención, hemos considerado unos estrictos criterios de inclusión y exclusión de los candidatos al tratamiento.
RESULTADOS:
La media de edad fue de 47 años, con un rango de 36 a 60 años. Tres hombres y dos mujeres. La situación de su estado general medido por la escala de Zubrod-ECOG tras el diagnóstico de la recidiva fue de ECOG=0 en tres casos, ECOG=1 en un caso y ECOG=2 en un solo caso.
Se consiguió escisión total macroscópica en 4 casos y parcial en 1 solo caso. Tras la reintervención, tres pacientes permanecieron clínicamente asintomáticos y dos presentaban afasia cortical-motriz y hemiparesia derecha (que ya presentaban al inicio del diagnóstico), sin deterioro cognitivo.
Los signos vitales, exploración de los pares craneales, nivel de conciencia y personalidad fueron normales en el 100% de los casos. La exploración de la función motora, las funciones sensitivas y cerebelares tras la reintervención no vieron mermadas en relación a su estado previo a la intervención.
Con respecto a los posibles efectos adversos tras la reintervención, podemos decir que en 3 de los 5 casos no apareció ninguno, y en un solo caso aparecieron náuseas y vómitos de difícil control, y en otro caso apareció fístula de líquido cefalorraquídeo. En 1 sólo caso se produjo edema cerebral, que se controló con medicación.
No aparecieron alteraciones en la intensidad de las crisis comiciales, signos de hipertensión intracraneal ni signos de infecciones. En 1 solo caso, se produjo una fístula de líquido cefalorraquídeo con alteraciones de la cicatrización de la herida quirúrgica, que precisó tratamiento antibiótico local, curas locales e intervención de cirugía plástica.
Con un seguimiento de 31 meses, desde la primera reintervención, se han producido un total de 3 éxitus, continuando en seguimiento ambulatorio 2 pacientes. En la actualidad, dos pacientes siguen vivos, con un ECOG= 0-1, vida ambulatoria, sin complicaciones derivadas de la reintervención, lo que denota una buena calidad de vida, desde el diagnóstico de la recidiva.
CONCLUSIONES:
1. En nuestra experiencia el empleo de carmustina implantes parece poder realizarse de forma factible, en pacientes que cumplan unos exquisitos requisitos de inclusión, considerando siempre los riegos-beneficios inherentes al acto quirúrgico.
2. No hemos observado ni efectos adversos ni tóxicos sistémicos que interfieran la calidad de vida de nuestros pacientes, es decir, el perfil de seguridad de la carmustina parece aceptable.
3. El grado de calidad de vida que aportamos a los pacientes tras la reintervención más la implantación de carmustina no se ha visto mermado, y ha mejorado en los casos que hemos realizado la intervención.